La incomodidad de dar y la calma de comprender
El desprenderse del dinero no es solo un acto material; toca fibras invisibles en lo más íntimo de nuestro ser. El dinero representa tiempo, esfuerzo, energía, seguridad. Por eso, cuando alguien nos lo pide lo primero que surge en nosotros es resistencia. No porque no queramos ayudar, sino porque sentimos que algo de nuestra vida se nos arranca. Esa incomodidad es natural, es parte del instinto de conservación. Pero después de esa primera oleada de malestar, llega el silencio de la mente. La calma revela lo que en la tormenta no vemos: dar no es perder, es transformar. La ayuda que entregamos no nos vacía, sino que nos conecta. no es un despojo, es una devolución de vida. La mente inquieta maldice, se queja, se defiende. La mente en calma observa, acepta y comprende. Entre esos dos estados hay un puente que se cruza cada vez que dejamos de aferrarnos a lo nuestro y recordamos que en realidad nada nos pertenece: ni nuestros bienes, ni el dinero que hoy pasa por nuestras manos, ni siquiera las seguridades que creemos firmes. Todo es tránsito, todo es flujo. Ahí está la enseñanza: • Dar incomoda al ego, pero libera al espíritu. • La resistencia es humana, pero la generosidad es divina. • El dinero puede irse, pero el acto de amor permanece en quien recibe y en quien da. •. En la vida lo único que se multiplica al dividirse es el amor. Al final, la incomodidad es la maestra, y la calma, la confirmación. Lo que parecía un peso terminó siendo un recordatorio: que la vida se sostiene no por lo que guardamos, sino por lo que ofrecemos.
8/28/20251 min read
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