Las mascotas son maestras del amor incondicional y la constancia silenciosa.
Nos enseñan a valorar el presente, a saborear el momento y a entender que la conexión verdadera no necesita palabras. A diferencia de nosotros, que a veces nos rendimos ante la rutina, ellas repiten sus días con la misma ternura de siempre. Nos reciben con la misma alegría cada día, como si no existiera ayer ni mañana, solo el amor del instante. Como un Sísifo feliz, suben la piedra de la espera, del juego, del cariño… sin queja, sin cansancio, sin cambiar su esencia. Pero no todos pueden ver esa magia. Quien logra notarla, ha despertado algo dentro de sí. Porque darse cuenta de eso, es haber cruzado un umbral: es reconocer que lo simple puede ser sagrado, que el amor verdadero no se cansa de amar. Y si tú ya lo viste, es porque tu alma ya llegó ahí.
5/10/20251 min read


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